Soy hija única por parte de mi
mamá y mi papá, eso hizo que de niña mi mamá me diera gusto en todo cuanto yo
deseaba y que fuera muy mimada y consentida por ella. Crecí junto a mi madre,
mi abuelita y dos tías y siempre compartía con una prima quien es contemporánea
conmigo y quien llego a ser como mi hermana, entonces éramos las niñas de ese
hogar, por lo tanto toda la atención se centro en nosotras.
Siendo adulta me he encontrado
que mis reacciones para con Dios a veces son como era con mi mamá, es decir,
quisiera que El me respondiera de manera inmediata y adicionalmente que las
cosas se hagan de la manera en que yo lo estoy pidiendo. Pero dentro del
proceso de conocer a Dios como padre, El me ha ido enseñando que el confiar en
El, El incluirlo en mis planes, significa que debo entender que no recibiré las
respuestas a mis peticiones cuando yo lo deseo ni de la forma que tal vez lo
estoy solicitando, sino que El me ha de ayudar para que lo que suceda en mi
vida, sea siempre lo mejor. Dios con estas situaciones me ha estado formando mi
carácter para que tenga la paciencia necesaria y sobre todo que mientras espero
mi actitud sea la correcta.
He conocido casos de otras
personas que cuando no reciben la respuesta de Dios o cuando las cosas no salen
cómo ellos esperaban, se enojan con Dios, hacen una especie de “pataleta” y
Dios como buen Padre que hace generalmente en esos casos, esperar a que su hijo
le pase el “berrinche” y acepte el trato que Dios le está haciendo en ese
momento. Personalmente sólo una vez me enoje con Dios porque no me habían
incrementado mi salario y ya llevaba unos años muy apretada en mi situación
económica, pero en esa ocasión comprendí que estaba reflejando en Dios lo que
mi padre terrenal había hecho, el no suplir mis necesidades materiales y ahí el
enojo se terminó y obviamente le terminé pidiendo perdón a Dios. ¿Cuántas veces
Dios ha de esperarnos?, todas las que sea necesario, pero mientras eso sucede
somos nosotros quien nos perdemos de esa comunión con Dios por estar enojados
con El o permanecemos tristes o depresivos porque no tenemos aún la bendición
que estamos esperando o porque estamos viviendo una situación que no queremos.
Dios dice en Hebreos 12:6 a “Porque
el Señor al que ama, disciplina”, Dios es nuestro Padre, si nuestros padres
terrenales no nos enseñaron a esperar, a tener buenas actitudes cuando no
recibíamos lo que pedíamos, Dios si lo va a hacer. El carácter es algo que no
se desarrolla en los salones de clase, sino en la vida diaria. Cuando
comprendemos cómo Dios usa las circunstancias para formar nuestro carácter,
podemos ahí responder correctamente a lo que Dios está usando.
A continuación relaciono algunas
situaciones que pueden formar nuestro carácter: Decepciones, dificultades, retrasos
en las respuestas de Dios o en el inicio de un nuevo proyecto, conflictos con
otras personas, tentaciones o tiempos en los cuales aparentemente todo nos está
saliendo mal (cuando estamos en un desierto espiritual, desierto por el cual
tarde que temprano todos pasamos).
Leí en un artículo de Rick
Warren este párrafo y lo comparto porque concluye lo que deseo transmitir con
este mensaje: “El desarrollo del carácter siempre involucra una elección.
Cuando tomamos la decisión correcta, nuestro carácter crece más como el de
Cristo”. Que elección decides tomar tu hoy? Quieres que Dios forme tu
carácter?, decides actuar a la manera de Dios y no a la tuya?
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