Quiero comenzar con lo que nos
dice Proverbios 15:13: El corazón alegre se refleja en el rostro, el corazón
dolido deprime el espíritu. Este versículo lo he evidenciado más de una vez
en mi vida, cuando estás llena de Dios, cuando estás feliz, el semblante que
reflejas en tu rostro es de alegría, no importa si estás maquillada, si pasaste
por la peluquería, la ropa que llevas, te ves radiante y eso vale más que miles
de horas en un SPA.
Considero que nuestra prioridad
como mujeres siempre debe ser buscar a Dios, pues de lo que llevemos en nuestro
interior será lo que reflejemos externamente a otros. Dios nos hizo a imagen de
Él, Él no se equivocó para nada con el físico que Él nos dio, para El somos sus
princesas, somos hermosas. El problema ha radicado en los estándares tan altos
de belleza que se fueron instaurando y que pusieron unos parámetros de belleza
enfocados solamente en lo estético y quien no cuadre con estos, no es “bonita”.
Yo crecí jugando con las muñecas Barbies,
las cuales tenían una figura “perfecta” pero la realidad mía y la de mis amigas
era otra. Sin embargo durante más de medio siglo estas muñecas impulsaron este
estereotipo de belleza femenina, sólo hace unas semanas lanzaron la nueva
versión de la muñeca, la cual pretende reflejar una mirada más amplia de la
belleza. Personalmente por varios años, creí que a través de una figura física
podía conquistar el corazón de un hombre, era el “enganche” para que se fijaran
en mí. El primer paso para desechar esta mentira, fue darme cuenta quien soy en
Cristo, cual es mi valor en Cristo y que hay algo más importante que lo
estético y es mi belleza interior.
Siempre me ha gustado verme “bien
vestida”, “bien arreglada”, creo que esto no tiene nada de malo, el problema es
cuando esto se vuelve el centro de nuestra vida, cuando nos preocupamos más por
lo externo que lo interno. Van pasando los años y ya nuestra piel no es la
misma a cuando estábamos adolescentes, sin contar con las consecuencias físicas
que muchas veces dejan los embarazos. Pero si hemos año tras año cultivado
nuestra parte interna y nuestra relación con Dios, seremos mujeres que
seguiremos irradiando una belleza, pero ya no desde lo estético!
El
año pasado estuve investigando sobre la relación de la importancia del
vestuario para los seres humanos a través de la historia y en la medida leía me
fui apasionando en aprender sobre la imagen personal y cómo influye ésta en la
autoestima de nosotras las mujeres. Por eso me animé en el 2015 a realizar el
diplomado de Consultoría de Imagen y Personal Shopper.
Mi
deseo es poderle aportar a la vida de otras personas, logrando una mayor
confianza en sí mismos y en cómo se ven, reflejando su personalidad sin miedo y
destacando sus puntos fuertes. Soy consciente que mi trabajo representará una
parte en la mejora de la autoestima, porque sólo cuando Jesús es el centro de
nuestra vida, podemos comprender quienes somos y cuan valiosas somos.
Mi
invitación es que como mujeres integras sigamos perseverando en nuestra
relación con Dios, que si aún no nos vemos cuán bellas somos para Él, le
pidamos que sane esto en nosotras, que si durante años recibimos burlas sobre
algún defecto físico que teníamos o tenemos, o por alguna enfermedad que dejó
consecuencias en nuestro físico, le pidamos que sane estas heridas, que si
nunca tuvimos un hombre que representara autoridad (papá, tío, hermano) que nos
dijera que linda nos veíamos, sea El quien nos lo exprese a través de Su
palabra o no lo diga a nuestro corazón. Esto que les escribo lo viví
personalmente, no me lo contaron, fue Dios quien ha ido sanando mi quebranto
por estos aspectos.
Una
cirugía estética podrá quitarte arrugas que los años te han dejado, pero sólo
el Señor podrá quitarte de por vida, las marcas que hay de dolor en tu
interior. Jesús en la Cruz, cargó por cada lágrima que nosotras hemos
derramado, por todas las veces que nos hemos visto al espejo y hemos renegado
contra Dios por qué nos hizo de X forma. El anhelo de Dios es sanarnos, es que
podamos vivir una vida plena en El, ábrele tu corazón y manifiéstale todo el
dolor que has llevado por años!.
Y si
por el contrario, tienes una clara convicción de tu valor en Cristo, te insto a
que sigas cultivando día a día tu crecimiento espiritual, conociendo más del
Señor y que puedas mostrarle a las mujeres que están a tu alrededor cuan
valiosas son para Dios.
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