Es muy común actualmente escuchar
frases como: “Primero YO”, “Lo hice a mi manera” ó “Es mi vida y yo hago lo que
quiera”. Estas frases son un ejemplo de una autoestima que se ha visto afectada
por algo que a muchos no nos gusta escuchar: egocentrismo. Está bien que
debemos preocuparnos por nuestro bienestar pero no podemos centrarnos solamente
en nosotros y pretender que el mundo gire entorno nuestro.
Hace
más de 2.000 años teníamos ya una radiografía de esto que está pasando en estos
tiempos y lo encontramos en 2 Timoteo 3: 1-4
1 Recuerda que en los últimos días
llegarán tiempos difíciles.
2 La gente se volverá egoísta,
amante del dinero, fanfarrona y orgullosa. Se insultarán unos a otros, no
obedecerán a sus padres, no darán ni las gracias y serán mundanos
3 No sentirán afecto por los demás
ni estarán dispuestos a perdonarlos. Hablarán con maldad, estarán fuera de
control, serán crueles y odiarán el bien.
4 En esos mismos días, la gente
traicionará a sus amigos, actuará sin pensar, se enorgullecerá de lo que sabe y
en vez de amar a Dios, amará los placeres.
Quiero
darte ejemplos de posibles comportamientos egocéntricos para que tú en tu
intimidad evalúes si tienes algunos de estos:
1. Exceso
de autoestima, al valorarte demasiado tú mismo.
2. Sentimientos
de grandeza en cuanto a tus talentos
y habilidades especiales, como dicen por ahí: “te crees la última Coca Cola del
desierto”.
3. Poca empatía, es
decir, la capacidad de colocarse en los zapatos del otro, en lo que la otra
persona puede estar sintiendo o viviendo.
4. Necesidad de ser
admirada, halagada constantemente.
5. Eres proclive a
sentirte ofendida ante cualquier crítica.
6. Tienes sentimientos de envidia, ya que no eres capaz de aceptar el éxito ajeno.
En
mi caso crecí en un hogar donde me hicieron todo y cuando viví sola tuve los
medios económicos para pagar a alguien que fuera a hacerme las cosas concernientes
al aseo del apartamento, pero ya cuando me case, me di cuenta que había vivido
en un mundo “no real”, que estar casada significaba preocuparme por el otro,
estar pendiente por ejemplo de sus comidas, si bien cuento con el valioso apoyo
de una persona que viene en la semana, quien debe atender a mi esposo soy yo!. Esta
es un área que he estado desarrollando, porque continuar con este
comportamiento me hace ciega, pues estaría caminando sin ver a quien está a mi
lado.
David
Allen autor del libro “Derribando los dioses que llevamos dentro” hace dos
afirmaciones muy certeras:
·
Los ídolos no siempre adoptan la forma de estatuas de piedra específicamente.
· El dios de este siglo es el narcisismo el cual ha sido alimentado
con técnicas de mercadeo reforzado por las escuelas de sicología centradas en
el YO.
Muchas
veces cuando se tienen comportamientos egocéntricos no somos conscientes de esto,
nos ufanamos diciendo que no tenemos ídolos de madera o yeso, pero lamentablemente
tenemos un ídolo de carne y hueso que somos nosotros mismos.
Dios ha colocado personas a
nuestro alrededor porque sabe que podemos bendecirlos con nuestra vida, no
necesariamente por lo que les aportemos económicamente o materialmente sino que
podemos bendecirlos a través de: Ayudarlos en lo que necesitan, atenderlos, escuchándolos,
así sea algo tan pequeño como una sonrisa o un gesto amable.
No en vano Dios nos pide que
consideremos a los demás como más importantes que nosotros, y cuando logramos
hacerlo, esto hace más fácil que dobleguemos nuestro orgullo y podamos concentrarnos
a servirle a otros con amor y amablemente, no porque nos tocó.
Si te sentiste identificado con
alguno de los comportamientos mencionados, te invito a que en oración le pidas
a Dios que te ayude a ver a las otras personas como superiores, a que sea El dándote
el amor que careces para preocuparte por los asuntos de los demás y a que tu
mirada se desenfoque de ti y se centre en los demás.
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