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miércoles, 9 de septiembre de 2015

Aprendiendo a callar (No juzgar)


De acuerdo a la definición del diccionario Juzgar es: formar juicio u opinión sobre algo o alguien. En muchas ocasiones con o sin intensión hacemos comentarios de otros y no somos conscientes que estamos emitiendo es un juicio y que no somos nadie para hacerlo, eso le corresponde sólo a Dios. Además antes de ver los malos actos que pueden hacer otros, deberíamos primero ver las cosas malas que realizamos nosotros.

En Lucas 6:37 dice la primera parte “No juzguen a los demás, y no serán juzgados. No condenen a otros, para que no se vuelva en su contra.” Esto es una ley de siembra y cosecha, si nosotros no juzgamos a otros, a futuro lo más seguro es que no nos juzgaran.

Días atrás hice un comentario sobre una persona con base en la opinión que otra persona me había contado y aunque pedí perdón al respecto, esto me causo lamentablemente perder una relación (el vínculo de amistad se rompió) y traigo a colación este tema para que reflexiones si en algún momento con tus palabras puedes estar generando juicios. Con esto que sucedió, he experimentado con tristeza la lección: lo más conveniente es aprender a callar y no emitir juicios y opiniones de quienes a veces ni siquiera conocemos y no llegaremos a conocer.

En CNN salió la noticia esta semana sobre el Pastor que tenía cuenta en Ashley Madison que se suicidó tras ser descubierto, me puse a leer algunos comentarios que fueron escritos sobre este post y la mayoría tenían una connotación de juicio, y nuevamente venía a mi mente: quienes ahí están dando una opinión sobre este hombre ni siquiera lo conocieron, no saben cuál fue su historia de vida que lo llevó a frecuentar Ashley Madison y posteriormente suicidarse. Es muy fácil como digo yo: “sacar la lengua a pasear”, pero es más valioso, cuando aprendemos a callar y no ser jueces de otros.

Nosotros no tenemos el derecho para juzgar, ni porque tengas un título de líder, de Predicador, o de lo que sea, el mandato de Dios no es condenar a otros, sino entregar Su misericordia, a veces, se nos olvida que Jesús vino por los necesitados, por los pecadores, no por los santos y sanos. Acuérdate como actuó El con la mujer adúltera o la mujer samaritana. Dios no deja de amar ni un solo día al pecador, así como no ha dejado de amarte a ti, entonces ¿por qué no tener una actitud un poco más empática con las otras personas? y no generar juicios sobre estas.

Será que eso que estás juzgando de otro, que sientes que te molesta tanto, ¿estará de pronto dentro de ti? y sólo estás viendo un espejo de ti en esa persona? Si es así, examínate interiormente y mira que es lo que te está inquietando o turbando y ve delante de Dios para que Él sea sanándote o transformando eso en ti.


La próxima vez, que vayas a apuntar con tus palabras con el dedo condenador, hazte está pregunta: ¿Esto qué voy a decir edifica a la otra persona?, antes de condenar a otra persona, recuerda que tú tampoco eres producto terminado y que sólo El amor de Dios pudo perdonarte de lo que tal vez hiciste en tu pasado.  Y si sientes que no puedes manifestar algo que edifique, tener empatía o amor, puedes optar por apartarte de la situación y concentrar tu atención en otro tema distinto y así evitaras pronunciar un juicio innecesario.

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