Es muy fácil cumplir el segundo mandamiento que Jesús nos
dejo de amar al prójimo cuando este prójimo es quien nos cae bien, a quien
tenemos un gran aprecio, ¿pero que sobre aquellas personas que nos han hecho
daño?, que nos han herido?, que hasta lo hemos denominado como nuestro enemigo,
porque sin haberle hecho nosotros nada, esta persona se ha encargado de
lastimarnos.
En 1 Juan 4:7
nos dice: Queridos hermanos, amémonos los
unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de
él y lo conoce.
Versículo 8 El que
no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.
Versículo 9 Así
manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al
mundo para que vivamos por medio de él.
Es decir, que no hay ninguno que se pueda salvar del
mandato del Señor de amar. Pero quiero partir con una explicación que una vez
leí de un predicador y que concuerdo con ella: Amar no es un sentimiento, sino
es un conjunto de actos que hacemos para contribuir al bienestar de otra
persona o hasta el de nosotros mismos.
Cuando nosotros amamos a alguien queremos lo mejor para
esa persona, realizamos acciones de bien para el otro, no solamente es cuestión
de decirle con palabras cuanto lo amamos sino que con hechos solemos demostrárselo.
Dios nos dice en su Palabra que “Tanto amó Dios al mundo, que dio a su único
hijo”, lo que quiere decir que el verbo amar no está sólo, va seguido de una
acción. Así que cuando decimos que amamos a otra persona eso significa que
somos capaces de llevar a cabo acciones cómo: oírlo, respetarlo, perdonarlo,
ayudarlo, atenderlo, no hablar mal de la otra persona, etc.
Dios nos manda a que amemos a nuestro prójimo, eso
significa tanto a la persona con la cual tenemos empatía, que es nuestro ser
querido o hace parte de nuestro círculo cercano afectivo como a las personas
que nos hacen daño. El primer paso para
poder amar a quien nos ha herido es perdonarlo, llevar ante Dios todo el dolor
que esa persona nos ha causado y posteriormente pedirle a Dios que derrame de
su amor en nuestros corazones porque muy probablemente no tenemos absolutamente
ningún sentimiento positivo a esa persona. Personalmente, he vivido heridas en
diferentes áreas tales como: en el ámbito laboral (haciéndome la vida
imposible), en el área emocional (hombres que me han herido y mujeres que se
han metido en mi relación) y en el área familiar. A cada una de estas personas he
tenido que perdonarlas, liberar mi corazón de esa herida. ¿Cómo he demostrado
amor hacia ellos?: En el área familiar específicamente se ha restablecido las
relaciones. En las otras áreas comúnmente he orado en más de una ocasión por
ell@s, cuando Dios ha puesto en mi corazón ese sentir, y esas oraciones las he
hecho como si nunca hubiera sucedido nada malo. Ayudando a algunas de esas
personas en las oportunidades que se han presentado y se me presenta, aunque
aclaro que no con todos he tenido que continuar un contacto.
Dios no nos pide nunca nada que nosotros no podamos hacer,
si consideras que todavía tienes aunque sea una persona a la quien no amas, a
alguien que es super desagradable o parca contigo, que no serías capaz de
ayudar si te lo piden, es hora que vayas delante de Dios y le entregues todo
esa carga y dolor que aún guardas en tu corazón y que le pidas a Dios que llene
ese vació que hay en tu corazón con Su amor y luego si a accionar!!!. Vas a ver
que si perdonas a esa persona, Dios sanará tu corazón de esa herida y podrás mirarlos
con otros ojos. Por ejemplo, si aún no le diriges el saludo a esa persona, a
empezar a hacerlo como si ahí no hubiera pasado nada. Puede que debas seguir
tratando con esa persona o posiblemente nunca te vuelvas a topar con ella, pero
Dios lo que desea primeramente es que en tu corazón no albergues odio hacia
otro ser humano, que no tengas rencores, por el contrario que estés dispuesto a
darle una nueva oportunidad a quien probablemente ni siquiera se lo merece y a
tratarlo cómo Jesús lo haría, o sea, a demostrar con actos el amor hacia el
otro.
Amen y amen.
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